“Mindfulness”, ¿qué significa esa “palabreja” que últimamente oímos y leemos por todos sitios?
Ni más ni menos que “Atención Plena”, y ¿quë significa eso? ¿En qué medida puede mejorar nuestra vida? ¿Es tan beneficioso, incluso “milagroso” como nos cuentan?
Pues estas dudas nos las va a aclarar nuestra entrevistada: se trata de Ana Isabel Maeso González, Neuropsicóloga y especialista en “Psicoterapia del bienestar”, ¿a que suena bien?.
Porque para estar guapos por fuera, tenemos que sentirnos bien por dentro, ahí va nuestra entrevista que nos dará luz sobre este interesante tema:
Ana, ¿qué es eso del Mindfulness?
Minfulness es la práctica milenaria de la meditación propia de ciertas culturas orientales vinculada con la espiritualidad. Ha sido traída a occidente por diferentes profesionales del ámbito de la salud, que lo utilizan en programas de intervención de estrés, dolor crónico, trastornos de alimentación y un largo etc y su aplicación se está extendiendo además a diferentes contextos como la educación, el desarrollo personal, el mundo de la empresa…
Mindfulness se ha traducido al español como atención plena, pero realmente no existe una palabra en castellano que lo defina. En términos simplistas, es a su vez un proceso psicológico, ya que la atención es una función cognitiva, y una práctica (formal e informal) que permite el desarrollo de dicha habilidad.
En palabras del Dr Jon Kavat Zinn, es prestar atención intencional al momento presente sin juzgar. Esto nos permite tomar conciencia de la realidad de un modo diferente, ya que ponemos toda nuestra capacidad atencional a disposición exclusiva de lo que está ocurriendo en este preciso instante, en el aquí y el ahora, tratando de no hacer uso de la razón cuando observamos. Es acercarnos a la realidad con “mente de principiante”.
¿Lo podemos practicar todos, aunque jamás hayamos tenido relación con estos temas?
Desde luego, la práctica del mindfulness no sólo es la práctica formal que observábamos cuando una persona está en una postura de meditación. Realmente es una actitud ante la vida, una forma diferente de observar y relacionarnos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea, siendo plenamente conscientes de lo que lo que hacemos cuando lo hacemos. Esto es lo que se conoce como “mindfulness informal”.
Ambas prácticas han de ir de la mano y exigen un entrenamiento hasta su incorporación en nuestros hábitos diarios.
¿Qué beneficios me puede aportar en mi día a día?
Personalmente creo que uno de los mayores beneficios que aporta es el hecho de abrirte a diario un espacio íntimo para conectar contigo y cultivar la emoción de la calma. Ese estado interno “te acompaña” más allá de la realización de la meditación y tu eres quien decide separarte o no de él en función de tu respuesta a lo que te acontece.
Otro de lo beneficios es que facilita la conciencia además de tus pensamientos, de tus propias sensaciones corporales y emociones, lo que te permitirá atender de forma integral a los aspectos de tu persona cuando escuches mensajes internos que no sólo proceden de tu pensamiento. De este modo una sensación corporal puede informarte de un aspecto emocional canalizado desacertadamente o de un creencia limitante que te condiciona. Favorece por tanto el autoconocimiento y el autodesarrollo.
Por otro lado, desde el momento en el que te relacionas contigo de un modo diferente lo harás también con las personas que te rodean y el comportamiento de éstas hacía ti, será también distinto.
Hemos oído que hay que estar en posturas muy forzadas para meditar, ¿es esto cierto?
No necesariamente, es importante encontrar la postura que más se acomode a nuestras circunstancias personales considerando que hemos de sentir la menor tensión muscular posible, y que nuestro estado mental ha de estar alerta pero relajado.
Si tu condición física no te permite sostener una postura erguida, puedes meditar tumbado, aunque esta postura no es aconsejable sino tienes limitaciones corporales, ya que invita al sueño y entonces dormimos, no meditamos.
Puedes meditar sentado con las piernas cruzadas sobre un zafú o en un banquito de meditación, en una silla, sobre tus rodillas…hay personas que incluso meditan de pie y otras en movimiento.
Eso de dejar la mente en blanco…… ¿de verdad hay que conseguirlo?
Personalmente creo que lo de dejar la mente en blanco es algo que logran unos pocos iluminados, conseguir acallar nuestros pensamientos por un momento ya es un logro.
Al meditar cuando aparece un contenido mental, simplemente se observa, creando una distancia entro lo observado y el observador. Se produce entonces una desidentificación con el flujo de pensamiento en vez de identificarnos con él, la clave es descubrir que tú no eres tus pensamientos.
Con la práctica es posible que ese flujo de pensamiento disminuya y a veces (por un instante pequeño) llegue a cesar, permitiéndonos reconocer que la mente sigue ahí aunque los pensamientos no estén. En ese lugar existe una conciencia tranquila, clara, una sensación de ser en lugar de hacer, de tranquilidad en lugar de confusión, es la conciencia testigo.
Ese aumento de la conciencia del yo permite, como he dicho antes, relacionarnos con nosotros y con los demás desde un lugar diferente, siendo más afectuosos y compasivos y afrontando los desafíos de la vida con mayor claridad y ecuanimidad.